Comer, en la adolescencia, tiene connotaciones que van mucho más allá de lo puramente alimentario. Por ello, la alimentación en estas etapas nunca fue fácil para los jóvenes, ni para las familias. Este post pretende resolver algunas dudas frecuentes, y lógicas, que surgen a padres y madres entorno ello.

Llega un momento en la vida de cualquier padre o madre en que parece que todo salta por los aires. Todos los cuidados procurados durante tantos años a sus hijos, las enseñanzas y aprendizajes compartidos, parece que todo ha caído en saco roto. La conducta de nuestros hijos comienza a cambiar, todo lo cuestionan, se vuelven apáticos, actúan con impulsividad… 

A pesar de lo complicado de abordarla, entendemos que es la adolescencia

Sin embargo, cuando los cambios que observamos son excesivamente drásticos hacia determinadas conductas o actitudes, la duda nos asalta y llega a ser inquietante. La comida puede ser un caso claro. ¿Hasta dónde es lo normal? ¿Puede estar iniciando un trastorno alimentario? ¿Qué podemos hacer para prevenir y detectar conductas alimentarias de riesgo? 

Debemos partir de la premisa de que la forma de comer en la adolescencia puede ser utilizada por los chicos y chicas como una forma de transgredir, reivindicar sus ideales… al igual que ocurre con la forma de vestir o de hablar. Por otro lado, cuando detectan lo que sus padres/madres esperan de ellos en el plano alimentario, también puede producirse un rechazo, viéndose afectada la comida. 

Todo esto nos descoloca a los adultos. Entonces, comienzan a surgir mil dudas, veamos algunas de ellas:

  • Mi hij@ de siempre ha comido muy bien, ¿ahora que va a pasar?

Podéis estar tranquilos, los hábitos alimentarios se instauran en la infancia. La adolescencia es un periodo transitorio en el que tenemos que tratar de hacer un paréntesis en relación a las expectativas que tenemos con respecto a la calidad de su alimentación, y tener presente que nuestros hijos van a buscar diferenciarse de nosotros. Pero tranquilos, que con la madurez los hábitos que han aprendido en casa desde niños volverán.

  • Se pasa todo el día picando ¿Es esto normal?

Y se pasaría todo el día durmiendo, si pudiera. El aumento del gasto energético es muy importante en esta etapa. En la adolescencia, que según la OMS abarca desde los 10 a los 19 años aproximadamente, se produce alrededor del 25% del crecimiento total a base de estirones, y se llega a alcanzar hasta un 50% del peso definitivo. Quizás lo que necesita es aumentar el tamaño de las raciones de las comidas principales para evitar estar picando alimentos menos saludables.

Si a eso añadimos que sus hábitos se alteran y se vuelven más anárquicos (no desayunó  porque se levantó tarde, o apenas merendó porque no les dio tiempo…) el hecho de que piquen constantemente puede quedar más o menos entendido. 

Pero si además observas que está intentando comer menos con idea de perder peso, las visitas a la cocina (generalmente tratará de no ser vist@) puede que respondan a un impulso que quiere pero no puede controlar. Es el momento de hablar con él/ella.

  • Come demasiado, ¿Tengo que prohibirselo?

Las prohibiciones, como en los adultos, solo conducen a una mayor obsesión. 

Cuando un padre/madre se plantea prohibir a su hij@ comer más de una determinada cantidad puede que sea por el temor a que esto le conduzca a un sobrepeso, o porque que su hij@ tiene ya un exceso de peso.

En el primer caso, quizás simplemente se debe a la demanda energética propia del crecimiento que nos pilla por sorpresa, por lo que nuestra recomendación es no anticipar, pues podría ser contraproducente. Las prohibiciones podrían generarle una ansiedad que sí le conduciría a comer más.

En ambos casos, procuremos tener en casa alimentos saludables y facilitémosles la práctica de ejercicio físico.

Si estáis intranquilos porque pensáis que no solo come demasiado sino que lo hace con impulsividad, ansiedad, a escondidas… y es, objetivamente, desproporcionado, intentad acercaros al él/ella y expresarle vuestra preocupación evitando culpabilizarle.

  • Quiere ponerse a dieta ¿qué hago?

El inicio de una dieta es un factor de riesgo de sufrir un trastorno alimentario.

Si tu hij@ tiene sobrepeso u obesidad lo mejor es que busquéis ayuda profesional especializada que os oriente en el abordaje de la reducción de peso. Si la opción que os dan es una dieta para vuestr@ hij@, buscad otro sitio cuyo enfoque sea el cambio de hábitos, la promoción del ejercicio físico, y a ser posible que colaboren o cuenten con un equipo multi/interdisciplinar en el que además del dietista o nutricionista, haya al menos un psicólogo.

Si vuestro hijo o hija no necesita perder peso pero pide hacer una dieta, os recomendamos hablar con él o ella y proponerle una cambio a una alimentación más saludable a la que se  puede sumar toda la familia, y facilitarle la práctica de alguna actividad física que le guste. Si insiste y observáis actitudes obsesivas en relación a la comida, al peso, a la imagen corporal… , conductas extrañas relacionadas con la comida, aislamiento… debéis pedir cuanto antes asesoramiento profesional especializado.

  • No tiene apetito ¿le compro jalea real o algún estimulante del apetito?

Descarta que esa inapetencia esté ligada a apatía, tristeza… No es lo esperable que en esta etapa se pierda el apetito pero sí que tengan algún bajón emocional que altere las ganas de comer, en cuyo caso será pasajero. En caso contrario buscad ayuda profesional.

  • Le pone pegas a todo lo que preparo, ¿pueden haber cambiado tanto sus gustos?

No es posible. Ten en cuenta que a estas edades:

  • Necesitan quejarse a menudo, para autoafirmarse. 
  • Les atraen los productos ultrprocesados, los dulces, los refrescos… (que en el mejor de los casos no serán los alimentos que más habitualmente encuentren en casa) no sólo por esas necesidades aumentadas de energía, sino también debido a un deseo de experimentar. La comida les tiene que entrar por los ojos, ha de ser atractiva. Les puede llamar la atención, incluso, la comida de otras culturas.
  • Quieren estar a la moda. En esta etapa son muy influenciables por la publicidad, por los personajes famosos, compañeros más populares, influencers. Desean probar diferentes apariencias físicas, cambiar estilos… La comida tradicional no se ajusta a esas características y el día menos pensado… acaba pagando el pato 😉
  • Se vuelven muy reivindicativos. En el vegetarianismo, por ejemplo, encuentran una forma de diferenciarse de sus padres o madres.
  • Sufren una alta presión por estar delgados (especialmente las chicas) o “fuertes” los chicos, y les constantemente les llegan mensajes acerca de lo que es bueno o malo para acercarse a ese cuerpo que desean.

Con este panorama, es muy importante estar abierto a nuevas alternativas culinarias e incluso puede ser una buena idea proponerles que se encarguen ellos de cocinar algunos días y probar todos juntos otros platos.

En cualquiera de estos supuestos, y de muchos otros que no hayan quedado reflejados, es importante que los adultos nos esmeremos en practicar con los jóvenes la comunicación (principalmente basada en la escucha) y la aceptación. Esto nos dará la oportunidad de transmitirles nuestras opiniones y experiencias, y dotarles de un punto de vista crítico y reflexivo. 

Seguro que muchas de estas cosas ya las estáis haciendo estupendamente. A seguir adelante!

CRISTINA GARCÍA TÉBAR. Dietista de Nutriemoción

Llámanos
Cómo llegar