El experimento de Minnesota fue un estudio llevado a cabo entre 1944 y 1945, por el ejército norteamericano, con el objetivo de determinar el impacto que la inanición causada por la Segunda Guerra Mundial podría tener sobre la población.

El experimento de Minnesota dio lugar al libro “The biology of human starvation” (Ancel Keys, 1950) y tuvo  mucha  relevancia  décadas después para el conocimiento de los trastornos de la conducta alimentaria.

En Noviembre de 1944, Estados Unidos, viendo el final de la Segunda Guerra Mundial, se preparaba para intervenir en la posguerra y enviar ayuda humanitaria a Europa, lo que posteriormente se convertiría en el Plan Marshall.

Ancel Keys, conocido fisiólogo por su contribución al estudio del efecto de la dieta sobre las enfermedades cardiovasculares e impulsor de la dieta mediterránea, y su equipo de la Universidad de Minnesota se pusieron a trabajar  bajo las directrices del ejército de los Estados unidos para conocer los efectos del hambre en las personas sanas.

Los objetivos de lo que posteriormente se conocería como Experimento de Minnesota eran los siguientes:

  • Observar los efectos fisiológicos y psicológicos de una restricción calórica severa y prolongada en personas sanas
  • Determinar cuales podrían ser la estrategia de recuperación más eficaz para afrontar la posguerra 

Entre los objetores de conciencia del país se presentaron 400 voluntarios sanos deseosos de ponerse al  servicio de su país sin necesidad de matar a nadie. 

Los requisitos para la selección de los participantes debían ser:

  • Varones adultos de 22-33 años
  • Buena salud física y mental
  • Capacidad para funcionar en grupo en una situación de privaciones y esfuerzo
  • Compromiso con los objetivos del estudio

Tras realizar una serie de entrevistas individuales y distintas pruebas físicas y psicológicas, se seleccionó a 36 de los voluntarios.

El experimento constó de 4 etapas:

1ª Etapa: Control.

Consistió en un periodo de adaptación de 12 semanas (unos 3 meses) en el que se les permitía a los participantes comer cuanto desearan.

2ª Etapa: Restricción

A lo largo de las siguientes 24 semanas (unos 6 meses), los voluntarios recibían dos comidas al día, en total unas 1500 calorías de media al día. Las comidas estaban preparadas mayoritariamente con lo que pensaban que sería la dieta en Europa al final de la guerra y en la posguerra: patatas, nabos, pan negro, pasta, etc. Además, caminaban unos 35km a la semana y llevaban un diario personal.

Este experimento seria impensable llevarlo a cabo a día de hoy por cuestiones éticas.

Las consecuencias sobre la salud física tras unas cuantas semanas, como podréis imaginar, eran esperables. A continuación, algunas de las observaciones acerca de su conducta y su estado psicológico:

    • Alta preocupación por los alimentos y el comer. Las conversaciones giraban entorno a la comida. Notable interés por las recetas de cocina y por cocinar.
    • Incremento del consumo de café, té, chicles, tabaco y sal de mesa
    • Rituales en el acto de comer. Muchos señalaban que se sentían atrapados entre el deseo de engullir su comida para satisfacer el hambre y el de prolongar el placer de comer durante el máximo tiempo posible.
    • Alteración del sueño. Sueños relacionados con comidas y alimentos 
    • Dificultades en la concentración y en la comprensión
    • Letargia, pérdida de interés sexual, irritabilidad, alteraciones del humor e insomnio.
    • Aislamiento social, descuido de la higiene personal
    • Actividad física compulsiva
    • Algunos de los participantes llegaron a estar muy deprimidos, y 2 de ellos tuvieron que ser ingresados por trastornos psiquiátricos
    • Varios de ellos admitieron haber roto su dieta restrictiva atracándose de comida fuera de la situación experimental.

3ª Etapa: Rehabilitación

Esta etapa de recuperación, que estaba previsto que durara 6 semanas, consistía en aumentar la ingestas de manera progresiva y controlada. Sin embargo, los participantes no mostraron mejoría en su estado de animo ni en su nivel de energía, por lo que se amplio en 6 semanas mas a lo largo de las cuales se incremento el aporte energético de las ingestas.

Pese a todo, no se logro una recuperación total. Persistía la preocupación desmesurada por los alimentos y su conducta alimentaria seguía alterada.

4ª Etapa: Fin de las  restricciones alimentarias.

Todavía  se registraba la ingesta de cada participante y su estado físico y psicológico seguía siendo monitorizado. Algunos de los participantes todavía comían de manera continua y a pesar de quedarse llenos no se sentían saciados. Algunos de ellos empezaron a estar preocupados por la acumulación de grasa en sus abdómenes y nalgas.

Todos ellos fueron supervisados durante un año después de la experiencia; en ese momento ya todos se había recuperado física y psicologicamente.

La experiencia había demostrado las consecuencias de una restricción alimentaria excesiva, hipocalórica y claramente insuficiente, las cuales observamos a día de hoy en los trastornos de la conducta alimentaria. Entre otras:

  • cogniciones y conductas alteradas relacionadas con la alimentación
  • empeoramiento del estado de ánimo
  • aparición de sintomatología obsesiva y compulsiva

Basado en el artículo del Dr. Jose Ramon Alonso “El experimento de inanición de Minnesota”

CRISTINA GARCIA TEBAR. Dietista de Nutriemoción.

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