Beberse un vaso de agua, comerse un bocadillo o tomarse un comprimido son conductas neutras para la mayoría de las personas, pero pueden convertirse en una pesadilla para quien padece fagofobia o miedo a tragar (o atragantarse).

¿Qué es el miedo a tragar?

En realidad, el miedo a tragar es lo que los equipos multidisciplinares de nutricionistas, dietistas y psicólogos llamamos una fobia específica. Es decir, es un problema de ansiedad hacia una situación concreta, en este caso, ingerir un líquido, un sólido o una pastilla. Tiene especial relevancia en centros de nutrición, dado que dificulta necesidades tan vitales y básicas como comer y/o beber y, por lo tanto, conlleva problemas de salud física importantes: desnutrición, bajo peso, deshidratación…

¿A qué otras condiciones se puede deber?

En el caso del miedo a tragar siempre es importante hacer un diagnóstico diferencial. Si existen alguna condición médica que esté dificultando tragar o generando molestia, ésta debe identificarse y tratarse en primer lugar. También debe ser descartada la presencia de un trastorno alimentario ( anorexia o trastorno de regurgitación, por ejemplo) o de un trastorno de pánico, para poder tomar decisiones acertadas de cara al tratamiento.

¿Qué alimentos se evitan?

El miedo a tragar puede representar desde un problema leve en la vida cotidiana que lleva a evitar sólo determinada texturas o alimentos, hasta un problema grave en el que se evita el acto de tragar en sí, pasando por todas las posibilidades intermedias. Cuando menos generalizado está el miedo a tragar, más se tarda en buscar tratamiento por parte de un nutricionista o un psicólogo, dado que interfiere menos en la vida diaria. Cuanto más generalizado está el miedo a tragar, más peligros de desnutrición o deshidratación conlleva y, por lo tanto, suele buscarse ayuda antes. También hay muchos casos en los que esta fobia fluctúa, agravándose en periodos de estrés y relajándose o desapareciendo temporalmente en periodos de menos tensión.

¿Por qué se produce el miedo a tragar?

Existen varias situaciones que pueden desencadenar la fagofobia. Aunque siempre habrá casos que se explique por otras causas, vamos a pasar a analizar las más frecuentes:

Haber sufrido un atragantamiento o haber visto a alguien sufrirlo

Esta es una situación potencialmente generadora de una fobia: un evento traumático que amenaza la propia vida o la de otra persona. Muchas otras fobias ( a los perros, a conducir, a los aviones…) se producen tras haber sufrido una situación angustiosa o haber visto como otros la padecen. En estos casos, parte de nuestro sistema límbico cerebral puede almacenar el recuerdo de la situación y el miedo, y disparar una intensa ansiedad ante una situación similar. En este caso, si te has atragantado seriamente o has visto como alguien lo padecía, la intensidad de esa vivencia puede haberse almacenado en tu cerebro y repetirse en las próximas situaciones de comida o bebida.

Haber tenido una mala experiencia mientras se comía

En otros casos, no se ha producido ningún atragantamiento, ni se ha presenciado, pero se ha experimentado alguna situación límite mientras se estaba comiendo o bebiendo. ¿Qué situaciones son esas?: por ejemplo, haber sufrido un atraco en un restaurante, o presenciar una fuerte discusión de los padres mientras el niño comía o, incluso, haber tenido una crisis de angustia o ataque de ansiedad mientras se comía o bebía. En estos casos, aunque la causa del peligro no era la comida ni la bebida, la mente guarda igualemente la memoria de aspectos que estaban presentes en la situación angustiosa, y puede dispararnos luego una sensación de intenso miedo cuando esas situaciones que en principio eran neutras ( comer, beber) se vuelven a producir: han perdido su categoría de neutra y han pasado a ser parte de conductas que están presentes en situaciones de peligro.

Épocas de estrés vital

En un gran número de casos de miedo a tragar, sin embargo, no hay ninguna situación concreta o traumática relacionada directamente con los momentos de comer o beber, pero sí se observa que en el inicio o en el agravamiento de la fobia a comer puede haber un fuerte estrés académico o laboral, la presencia de malas noticias médicas o financieras, o serios problemas familiares. Hay que tener en cuenta que el estrés provoca tensión muscular, por lo tanto también tensión y acortamiento de los músculos del cuello, además de falta de hidratación a la hora de tragar, motivo por el cual pueden tenerse sensaciones de estrechamiento a la hora de tragar que, junto con el alto nivel de alerta provocado por el estrés vital, pueden llegar a provocar miedo a que el bolo alimenticio no pase y, por lo tanto, miedo a tragar.

¿Quién tiene más predisposición a tener fagofobia?

Aunque el miedo a tragar se observa en todas las etapas de la vida, pese a lo que la mayoría de las personas cree, tiene mayor probabilidad de ocurrir entre los 20 y los 30 años. La gente suele asociarlo más a niños o ancianos, que también lo padecen, pero su prevalencia es mayor en la etapa intermedia del ciclo vital. Si diferenciamos por sexos, también resulta relevante señalar que la fobia a tragar es mucho más frecuente en mujeres que en hombres.

¿Puede tratarse el miedo a tragar?

El miedo a tragar, como cualquier otra fobia específica, puede tratarse, Normalmente, el tratamiento de elección es un tratamiento combinado de terapia psicológica cognitivo conductual con terapia farmacológica, contando siempre con el asesoramiento de un nutricionista que ayude a elaborar y nutrir al paciente en el proceso cuando hay gran restricción alimentaria. El porcentaje de mejoría total es algo menor que en el de otras fobias, rondando en torno al 60 %, el resto mejora aunque puedan quedar síntomas residuales.

Equipo de psicólogos de adultos e infantiles de NUTRIemoCION y APAI PSICÓLOGOS en Valencia

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