Conocemos de sobra que la Anorexia o la Bulimia Nerviosa son Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), pero desconocemos otros TCA como el Trastorno de Evitación o Restricción de Alimentos que, no siendo tan prevalentes, nos encontramos bastante a menudo en consulta.
- ¿QUÉ ES EL TRASTORNO POR EVITACIÓN O RESTRICCIÓN DE LA INGESTA DE ALIMENTOS?
El Trastorno de Evitación o Restricción de la ingesta de alimentos, también conocido por sus siglas “TERIA”, es uno de los TCA que se describen en el DSM-V (que es manual de referencia para el diagnóstico de enfermedades mentales).
Se trata de un trastorno por el cual la persona limita de manera preocupante la variedad y/o la cantidad de alimentos, y NO sería por ninguna de las siguientes causas :
- falta de alimentos disponibles
- prácticas culturales o religiosas socialmente aceptadas (por ejemplo ayunos religiosos)
- deseo de perder peso
- afección médica
- trastorno mental (p.e. personas con alzheimer que olvidan que tienen que comer),
sino debido a una serie de motivos que veremos en el punto siguiente.
Esta evitación o restricción de alimentos, como podréis imaginar, supone un impedimento para cubrir las necesidades nutritivas y energéticas de la persona, y se asocia a, al menos, uno de los siguientes hechos:
- Pérdida importante de peso (o fallo en el crecimiento en el caso de niños y adolescentes)
- Deficiencia nutritiva (observada tras valoración dietética, pruebas de laboratorio o examen físico) u otro efecto sobre la salud, que puede ser de una gravedad similar al que se produce por una anorexia nerviosa (por ejemplo hipotermia, bradicardia, anemia…).
- Dependencia de alimentación enteral o suplementos. Se da en personas que evitan la comida pero tratan de suplir sus requerimientos nutritivos y energéticos a través de suplementos o complementos alimenticios.
- Marcada alteración en el funcionamiento psicosocial. Se evitan las reuniones sociales para no tener que exponerse a comer con otros (ir a casa de amigos o familiares, cumpleaños, salir a comer o cenar…), con el consiguiente deterioro de las relaciones sociales y aislamiento.
- ¿QUIEN SUELE PRESENTAR ESTE PROBLEMA Y CÓMO SE MANIFIESTA?
El trastorno de evitación o restricción de alimentos puede presentarse a cualquier edad, aunque se manifiesta con más frecuentemente en niños que en adultos.
En lactantes y en niños pequeños se observaría sobre todo una ingesta insuficiente de comida o una falta de interés por alimentarse.
En la primera década de la vida (y puede persistir en la edad adulta) aparecería un rechazo a la comida, basado en las características organolépticas (sabor, olor, color, textura, apariencia, temperatura, …) del alimento, ante el cual refieren “asco”. Suele darse en niños o adultos con una alta sensibilidad sensorial, por lo que las características sensoriales de los alimentos las experimentan de manera muy intensa o extrema. Hay pacientes que incluso, dentro de la limitada variedad, sólo aceptan una determinada marca de alimentos o son excesivamente selectivos con el lugar donde compran lo que comen.
Este trastorno también podría manifestarse, a cualquier edad, como una preocupación excesiva por las posibles consecuencias de la ingesta, debido a una EXPERIENCIA PREVIA aversiva o traumática, o una ANTICIPACIÓN de la misma:
- Puede que hayan experimentado sensación de asfixia, o hayan sufrido un episodio de atragantamiento en algún momento de su vida, o hayan sido testigo del mismo, por lo que puede ocurrir que les parezca peligroso comer.
- Puede que se deba a una mala experiencia debido a una exploración traumática (por ejemplo, una gastroscopia), o a haber sufrido vómitos repetitivos, náuseas, dolor, alergias…
- Puede ser, incluso, por un rechazo al hecho de ir al baño (defecar) tras la ingesta.
- SI UN NIÑO SOLO ADMITE CONTADOS ALIMENTOS, ¿TIENE UN TRASTORNO ALIMENTARIO?
No tiene por qué.
Para que exista un TCA se tiene que dar una alteración persistente en la alimentación que cause un deterioro significativo en la salud física o en el funcionamiento psicosocial. Esto quiere decir que la persona se ve afectada a distintos niveles, no solo a nivel físico sino también a nivel psicológico, social, familiar, o de alguna manera el problema esté interfiriendo en el ámbito académico, laboral, etc.
Aunque muchos niños comen de manera muy selectiva, esto no quiere decir que presenten el trastorno.
A lo largo de la etapa de crecimiento es frecuente que aparezcan periodos de rechazo a probar alimentos nuevos. A estas etapas se les conoce como fases de neofobia alimentaria, que en principio no tienen por qué representar un problema. Entre un 20 y 30% de los niños tienen dificultades para comer bien, pero esto mejora alrededor de los 10 años o en la adolescencia sin la necesidad de tratamiento.
En cualquier caso, se ha de ser prudentes y tener cuidado. Por un lado, no debemos estigmatizarlos (a estos niños clásicamente se les ha considerado niños consentidos y caprichosos con la comida). Por otro lado, no dejar pasar signos llamativos que puedan dar lugar a futuras consecuencias que, por su gravedad, resulten en serios problemas físicos y mentales.
Debido a la frecuencia con la que nos encontramos consultas con esta problemática, dedicaremos en próximas entradas al blog, artículos en los que hablaremos del prevención y abordaje terapéutico de este trastorno.