El mercado está repleto de productos light ya que la población en general piensa que no engordan, y con esa idea trata de venderlos la industria alimentaria. Este reclamo contribuye a mantener en la población la “cultura de dieta” o “mentalidad de dieta”, que tanto daño nos está haciendo. 

También se tiene la idea de que son más saludables. 

Ninguna de las 2 cosas es cierta.

¿ESTÁ REGULADO EL TÉRMINO “LIGHT” EN LOS PRODUCTOS ALIMENTICIOS?

La legislación en este tema es muy poco clara y presenta muchas lagunas, de manera que el fabricante avispado saca partido de ello.

Según la normativa,  las declaraciones en las que se afirme que un producto es «light» o cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, deberán cumplir las mismas condiciones que las establecidas para el término «contenido reducido”. Además, la declaración deberá estar acompañada por una indicación de la característica o características que hacen que el alimento sea «light».

¿Y cuáles son las condiciones establecidas para el uso del término “contenido reducido”?

Pues que la reducción en el contenido de ese ingrediente (que en productos light generalmente va a ser seguramente carbohidratos o las grasas) sea, como mínimo, del 30% en comparación con un producto similar. 

Ahora fíjate, si el producto de referencia contiene elevada cantidad de grasa o azúcares, el producto light podría seguir conteniéndola, ya que un 70% sigue siendo bastante.

Pensemos que aquellos productos de los cuales surgen versiones light suelen ser productos superfluos, generalmente ultraprocesados. No existe, afortunadamente “aceite de oliva light” o “frutos secos light” pues estos tienen una grasa muy saludable y necesaria para todos. Los light suelen ser snacks, bollería, fiambres, helados… La recomendación de los expertos es que no se haga un consumo frecuente ni excesivos de estos en general (no por ningún ingrediente en particular sino por el producto en su conjunto). Así, si seguimos las recomendaciones, el día que lo tomemos dará más bien igual que sea light o no, lo más sano será que nos escuchemos y elijamos el que más te apetezca en ese momento.  Si te pasa que no puedes evitar consumirlos muy a menudo, ese es otro tema, pero la solución no pasa por comprarlos light. Te lo explicaremos bien en la siguiente entrega de este post.

¿CÓMO CAMBIA EL PRODUCTO CUANDO SE CONVIERTE EN “LIGHT”?

Como generalmente el producto pasa a ser light a costa de grasas o azúcares (que son los que peor fama tienen entre la población), como os podréis imaginar, el producto va a perder sabor, textura y atractivo en general, para el consumidor.

En algunos productos, la industria tratará de compensar la falta de palatabilidad añadiendo otros componentes que no aumenten, en principio, el valor energético. Y decimos “en principio” porque podemos encontrar algunos ejemplos en los que no es así, como los yogures desnatados pero que llevan azúcar. Clásicamente los yogures desnatados (sin grasa), o bien no llevan tampoco azúcar, o van edulcorados (es decir son 0%0%). Pero a veces, aparece únicamente un “0%”, aunque muy visible, que se refiere solo a la grasa, pero en los ingredientes puedes observar que se les ha añadido azúcar con ese o, más frecuentemente, con otro nombre. Esto puede ser una faena para personas con diabetes, que inconscientemente confían que ese 0% indica que no lleva azúcar. Hay que fijarse.

Cuando la reducción en el contenido de grasa se hace a expensas de mayor contenido en agua,  se reduce el valor nutritivo del alimento y ojo! que solo sea eso, porque a veces, además, se aumenta el precio del producto.

En algunos casos no hay trampa ni cartón, como en el caso de la leche, los quesos… simplemente el producto contiene menos grasa, y nada más.

Otras veces nos hemos encontrado con productos con el reclamo “sin azúcar” pero con sorpresa. Un ejemplo son los cereales corn flakes de una conocida marca comercial que presumen de “sin azúcar añadido” pero a cambio presentan una cantidad exagerada de sal (2,7g/100g), tanto que da la sensación de que estás comiendo “papas”.

Por lo general, cuando reducen hidratos de carbono (azúcares) suelen sustituirlos por edulcorantes artificiales.

¿Qué hay de los edulcorantes artificiales?:

De los edulcorantes artificiales se piensa que, por ser acalóricos, son inocuos, pero no es así. Sabemos que un uso frecuente de los mismos:

    • Altera el equilibrio de nuestra microbiota 
    • Confunde nuestras sensaciones. El uso habitual de productos light (especialmente los acalóricos o muy bajos en calorías pero hiperpalatables, como los yogures 0%0%), confunde a nuestro cerebro que tras cientos de miles de años de evolución, ha asociado determinados sabores dulces y/o texturas grasas con energía. El cerebro constantemente engañado por la percepción sensorial termina por alterar nuestro sistema de regulación del hambre/saciedad. Este efecto puede ser más acusado cuando el producto se consume de manera aislada y menos si se consume en el contexto de una ingesta (por ejemplo, una comida o una cena donde están presentes otros alimentos que aporten energía).
    • Contribuye a mantener elevado el umbral de dulzor que necesitamos para que nos satisfaga la comida.

Algunos edulcorantes tienen fama de naturales e incluso se les atribuyen efectos beneficiosos sobre la salud. Es el caso de la  stevia.  La stevia que encontramos en los comercios es el compuesto químico que se obtiene de la planta, que no la propia planta . De hecho, NO está permitido  vender la planta o las hojas  de stevia como edulcorante. La planta se puede cultivar en España, pero debe venderse a una industria que es la que se encargará de obtener el compuesto químico que sí está autorizado.

OTRAS “TRAMPITAS” QUE NO TIENEN QUE VER CON LA COMPOSICIÓN DEL PRODUCTO.

Algunas empresas de alimentación son muy “pillas” y hace trampitas para que el alimento “light” o “reducido en” parezca todavía más “ligero”.

  • Presentan el alimento en raciones más pequeñas. De esta manera, el producto tendrá menos calorías por ración o por unidad que la versión no light.
  • En su etiquetado recomiendan consumir cantidades menores del alimento para que no lleguen a las mismas calorías que aporta el alimento de referencia.
  • Es raro que incumplen la ley saltándose directamente la condición de que se ha de reducir un mínimo de un 30% el contenido respecto a la versión original del producto. Pero sí es más frecuente el hecho de que no reflejen, como marca la ley, el contenido promedio del producto de referencia, “el no light”, para que no podamos hacer una comparativa realista

CRISTINA GARCÍA TÉBAR. Dietista de Nutriemoción.

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