Llega la Navidad, con sabor de mazapán… ¿En serio está bien tomar dulces en Navidad? ¿Desde cuándo? y ¿cuántos?
¿Quien no recuerda, entre los papás y mamás de ahora, a Los Payasos de la Tele? Entrañables Gaby, Fofó, Fofito, Miliki y Milikito… Nos cantaba Miliki aquello de:
“Llega la Navidad, con sabor de mazapán, de turrón, de mieles y demás.
Vamos a celebrar, la familia en el hogar, nuestra Nochebuena una vez más.
Con nueces, peladillas y un poquito de champán,
cantando una canción que diga con mucha humildad,
que todos los payasos piden a la humanidad…
que reine la paz”
Deliciosa canción con la que todavía muchos niños disfrutan en estas fechas.
No, no penséis ni por un momento que vamos a criticar la letra de la canción porque fomenta el consumo de dulces navideños entre los niños, jajaja! Ni por nada del mundo. De hecho, no cambiaríamos una coma de esta preciosa letra que transmite, sobre todo, deseos de paz (bueno, quizás lo de “un poquito de champán” sí que habría que darle una vueltecita)
La Navidad es la Navidad, y siempre ha sido así, especial, mágica… con sus dulces y comidas especiales, con sus brindis y sus regalos. Una pena que tanta gente asocie estas fechas a “empachos”, “borracheras”, “atracones”, “engordar”…
En Navidad se come más, claro… ¡con lo rico que está todo y siempre hay mucho! Pero comer más en Navidad no tiene por qué ser motivo de acabar pesando más.
Sí lo es el hecho de que la Navidad comienza cada vez más pronto, concretamente cuando lo deciden los comercios, al colgar las luces y sacar sus dulces, allá por el 15 de Noviembre. Deseosos de volver a disfrutarlos después de todo un año, muchos comienzan a consumir los turrones bien pronto.
Sí lo es que cada vez más comidas, cenas y aperitivos se añaden a las 4 o 5 celebraciones clásicas (Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes).
Sí lo es el hecho de planificar esos excesos y ayunar ese día o compensar al día siguiente. Peligroso círculo vicioso.
Sí lo es hablar de “comilonas”. A nivel individual, directa e inevitablemente predispone a comer más. A nivel social, todos hablando de “las comilonas de navidad” al final se convierte en una norma por las expectativas que crea ¿que anfitrión no va a preparar una cena descomunal? Como para que luego “el cuñao” llegue y lo tache de “agarrao” Jeje!
Si como sociedad no cambiamos esto, va a ser complicado que la Navidad no se convierta en un periodo “malo para la salud”. No nos referimos a dejar de reunirnos con nuestra gente (familiares, amigos o compañeros), y hacerlo en torno a una mesa. Nos referimos al conjunto.
Nuestro granito de arena para estas Navidades podría ser, por ejemplo, hablar a nuestros hijos de, sencillamente, “comidas o cenas” de Navidad, evitar expresiones como “ponernos como el Quico” o “mañana toca quemarlo todo”, y actuar en consecuencia. Puede ser un gran regalo para ellos porque, aunque puedan oírlo de otras personas, la familia es, al fin y al cabo, como la estrella de Navidad para los Reyes Magos, su punto de referencia.
Feliz Navidad a todos!!
CRISTINA GARCÍA TÉBAR. Dietista de Nutriemoción.